La cuestión en la vida no es saber mucho, sino olvidarse de poco.

domingo, 23 de enero de 2011

Prohibido fumar.


 La última reforma de la Ley antitabaco, que tanta polvareda está levantando, es la prueba definitiva de lo turbias que están las ideas en este país. Por un lado, el Gobierno español, impone una medida totalitaria que desprecia la esfera privada. Y por otro lado, una sociedad que pone La Noria para saber qué tiene que opinar o que se limita a imponer su punto de vista amparada en preferencias exclusivamente personales. Nadie, o para ser justos muy pocos, han sido los que han hecho un análisis serio del tema poniendo como elemento innegociable la libertad. Entonces, ¿quién tiene razón en este tema? O más bien, ¿qué es la libertad?

Los datos son los siguientes:




  • Se prohíbe fumar en todos los bares, restaurantes y locales de ocio cerrado y sin posibilidad de habilitar una zona de fumadores.
  • Se prohíbe el tabaco en todo el recinto de los hospitales, incluidos accesos y zona de tránsito.
  • Se prohíbe fumar en los centros educativos salvo en áreas abiertas de los campus universitarios.
  • Se prohíbe fumar en las zonas de ocio infantil.
  • En cambio, se permite fumar en los estadios, plazas de toros y recintos al aire libre y sin techo o toldo.
¿Cuáles son las sanciones si se incumple la ley?
Se va a mantener las mismas sanciones que la anterior ley.
  • Infracciones leves: 30 a 600 € de multa
  • Infracciones Graves: 601 a 10.000 € de sanción
  • Infracciones muy graves: hasta 600.000€.

Profundicemos, pues, en la cuestión. Al parecer se manifiesta que la medida de prohibir fumar en esos espacios corresponde a una demanda social, pues el 70 % de la población no es fumadora. Bien, ¿y por eso hay que prohibirlo? Como liberal, la misma palabra ya me pone sobre aviso. En primer lugar, el fumador no tiene ningún derecho a molestar a los demás. También digo que la libertad -parece mentira que tengamos que repetir hasta aburrir las mismas obviedades- no es hacer cada uno lo que le dé la gana. Si fuera así, a mí me podría apetecer romperle el cigarro al que fume a mi lado y me excusaría en mi libertad de hacer lo que me diera la gana. No señor.
Ahora bien, libertad es poder optar. Esto es, no prohibir, o eliminar todas las opciones salvo la que yo prefiero. Que el gobierno no permita fumar en los sitios públicos me parece perfecto, pero, y esta es la clave, un bar no es un sitio público sino privado. En un bar el Estado no creo que tenga derecho a  decirle al hostelero (propietario) si se puede fumar o no en su local. Son los aires totalitarios de una Administración que se cree con derecho a regular la dimensión privada. Por ahí sí que no. Porque un restaurante ofrece un servicio privado al público, por tanto, será el propietario del local quien deba decidir qué se puede hacer o no se puede hacer en su propiedad.


La solución es muy sencilla:
Se debería permitir y de hecho garantizar la existencia de bares para fumadores, bares mixtos y bares libres de humos. Con la información bien clarita en la puerta. De esta manera, la gente podrá optar por ir donde más le convenga. Eso es libertad. Pero siempre dejando al propietario que eliga su opción. Ahora bien, que en los municipios más pequeños la oferta no puede ser muy grande, pues la gente que se joda y que no vaya al único bar del pueblo si es para fumadores, si así lo ha decidido el propietario.
¿Cuál es la motivación que me lleva a defender esto cuando me perjudica, pues aun siendo fumador, no me gusta el humo del cigarro en mi cara? En realidad, si quiero ser honesto debo defender la libertad y no la imposición caprichosa de unos gobernantes con complejo de padres protectores. Sin embargo, a pesar de eso sí podemos hacer sangre con lo que piensa la mayoría de los fumadores. Que yo defienda la libertad y la propiedad privada no quiere decir que defienda al fumador. Porque que alguien se encienda un purazo mientras tú comes cerca o ves un partido de futbol al aire libre a su lado no es nada agradable. Es más, esa persona no tiene educación ni vergüenza. Pero también hay padres que fuman en su casa al lado de sus críos. En este caso ya no cabe la mala fe, supongo, sino la más simple estupidez y la prueba de sus pocas luces. De eso sí se les puede acusar a algunos fumadores, cuando fuman al lado de otros que no quieren hacerlo, de no tener educación.  
Cuando tenga ganas de esnifar el humo de un camión ya me agacho yo si eso.
Después de todo, si la sociedad demanda más bares libres de humos los propietarios se decantarán más por esta opción. Oferta y demanda, señores. Y el Estado para lo que está: para garantizar las opciones de elegir, es decir, para garantizar una sociedad libre.
Puntualizar, que no por ser fumador tienes que estar en  contra de la ley antitabaco, te tiene que dar igual un espacio cargado de humo y no te importen los demás.




Olmo Redondo Traspas
B1C